DESTRUIR ALIMENTA EL ESPÍRITU - TORO Y LANGOSTA De Manuel Aubert.
TORO Y LANGOSTA, es un poemario (teológico),
que comienza con grandes interrogantes.
¿Qué es una langosta?
De las únicas langostas que
tenemos noticia por esta parte del mundo, los andes bolivianos, solo han
llegado por referencia bíblica y, últimamente por gentileza de Animal Planet.
Por tanto, tenemos poca referencia vivencial de lo que pudiera ser.
¿Qué es un toro?
Es un animal mucho más cercano a
mi realidad de lector, pero de todas maneras me lo pregunto en cuanto podría
suponer que hay, y debe haber lugares en el mundo en los que nunca han visto un
toro o una corrida de toros.
El tercer dilema es ¿Qué relación
tienen entre ellos?
TORO Y LANGOSTA, nos ofrece una
realidad compleja pero muy enriquecida por el imaginario de Aubert. TORO Y
LANGOSTA, son dos largas metáforas que se activan en el tránsito de la lectura.
Veamos:
LANGOSTA.
Es una palabra que no aparece en
el interior del libro en ningún poema y su única referencia es el título.
Frente a mí ignorancia con respecto a su naturaleza, me he visto obligado a
revisar en la red ciertos detalles de esta entidad.
De ella, la langosta, se puede
resumir dos tipos de comportamiento: uno en soledad y otro en gregarismo. Su
comportamiento solitario, podríamos decir que solo le importa a sí mismo. En
cambio, en su naturaleza gregaria forma enjambres de característica
destructora, conforme enfrentan la vida que se les pone al paso.
El libro comienza con preguntas:
“Quién fue la vida…”, preguntas, dicho sea de paso, sin signo de interrogación,
como adelantando que no van a ningún lado. La vida como misterio es solo
material de la destrucción, para la destrucción.
Así el poeta en su fase
solitaria, es un hereje (de ahí el constante problema teológico del libro),
puede pasar de un bar a otro, observar las cosas cotidianas, carentes de amor,
absurdas en sí mismas.
Pero al mismo tiempo se reconoce
como miembro de la especie humana, que es de por sí una plaga, un mecanismo
inconsciente de destrucción y autodestrucción. Son tantas las interpelaciones a
Dios y la iglesia, que podríamos decir que el poeta asume por sí, para sí, y a
nombre de toda la humanidad esta condición de calamidad. La humanidad como
castigo de Dios para sí misma. Un castigo de destrucción en la mente, con su
constante interrogatorio, con su persistente frustración, insatisfacción, su
hambre no saciada.
De tal modo que el hombre-langosta,
con base a preguntas y preguntas, se avienta a buscar el final de la vida, el
más allá de la vida, con absoluto descreimiento. Todo material, poético,
metafórico, real, imaginario, masa, cuerpo, es material de destrucción, para
resolver el gran misterio: “Quién fue la vida”.
TORO.
A partir de esta primera, larga y
potente metáfora nos encontramos frente a la segunda gran temática del libro.
Ya que el ser humano se ha
convertido en un destructor, pero también un buscador de “Quién fue la vida…” asume la comparación del torero frente al toro
y, en ocasiones, viceversa.
El torero frente al toro, va a
buscar qué hay más allá de la vida de su rival… el objeto por destruir, el
objeto destruido.
La literalidad, no nos ayudará en
este caso. Porque no se trata solo de la vida contra la vida, en este
enfrentamiento.
Nos plantea un gran conflicto
épico: espíritu contra espíritu, no es la búsqueda de la muerte, es la búsqueda
de la vida. Sangrar y morir es una consecuencia insalvable; y es además lo menos
importante. Porque espíritu contra espíritu es la inquisición constante de la
valentía.
¿TORO y LANGOSTA?
A partir de esta última
apreciación, podemos decir que el poemario se eleva en calidad temática
magníficamente. Porque no es ya el humano sólo, en su condición miserable, una
maldición divina; es el levantamiento de la bravura del espíritu, que emerge
como vapor de toda la destrucción, de la fragilidad de la vida y de las cosas.
Llegando el verbo más allá de lo que
fuera vivir o morir, nos sitúa en una ceremonia de valor en la fortaleza del
espíritu, en la continuidad rotunda de algo más poderoso que vivir.
*
Debo hacer un par de apuntes con
respecto al estilo. Los poemas tienen planos de distancia y profundidad.
Distancias, de primer, segundo y tercer plano. Frente a la primera imagen de
detalles que no insinúan un desarrollo surrealista; que nos aporta las imágenes
poéticas, los recursos retóricos y compositivos de los poemas. Esto puede hacer
que perdamos de vista los motores generales, que nos llevan a la comprensión de
lo antes dicho.
Para este ejercicio, frente al
apabullante número de sustantivos, he prestado especial atención a los verbos.
Ellos nos acercan a la motivación general de la obra.
Verbos como “ir” y “venir”, son
verbos que, por su recurrencia, nos dan la sensación de movimiento. Reforzados
por verbos como “buscar” y “encontrar”, sueltan las pistas, para poder cerrar
la lectura con los recursos que nos propone.
Otros detalles como sugerencias
de cultura como el jazz, las canciones y otras, nos dan un mundo tangible,
donde ocurre todo el drama temático del libro.
32
El gitano
venía enfermo
destruyendo
los cantares y sangrando
/sobre los barcos de papel;
el gitano
enfermo
que va
apagándose sobre la marea
/de monstruos fosforescentes.
El gitano
enfermo, desastre de trompetas,
vagaba por
los callejones y los rincones
/orinados de cantina
y regalaba
por los departamentos rayos
/congelados de poemas escogidos
y susurraba
caminos de batalla
/durante cinco días seguidos
y borraba sus
huellas escenificando
/el éxtasis de Belcebú
y ofrecía
cisnes como regalo a las moscas.
Son los
burdeles y los torcidos hilos
/de toda cultura,
son los
alienados, los idiotas
/y los valientes de otras vidas
los que nos
escupen en la cara.
SERGIO GARECA
ORURO, MAYO 2023
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