FIESTA CON LA EDAD DE SIEMPRE de Julio César Galán

 



 

En la versión del Encuentro Internacional de Poesía de la Ciudad de los Anillos correspondiente a este año 2025, acogido por la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz de la Sierra, tuvo participación el poeta español Julio César Galán, vale decir, que nos engalanó con su presencia, además con la presentación de un lindo libro con el título de FIESTA CON LA EDAD DE SIEMPRE, bajo el sello del proyecto editorial Convergencia, y con el rótulo “Colección La casa de la jauría”, con el cuidado de nuestro buen amigo Edu Álvarez. Hay que empezar elogiando el acabado, el diseño de tapa y la tipografía, el papel; muy linda edición.

 

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Hace algunos años en el festival de arte contemporáneo que realizábamos en Oruro, visitamos la localidad de Lagunas a las faldas del majestuoso Sajama, montaña mayor y achachila de los andes Bolivianos. Allí el artista Pedro Seda, presentó una obra que consistía en una jarra de chicha, que es vaciada en un recipiente menor, una tutuma, y esta tutuma rebalsa a su vez sin poder contener los borbotones de la jarra y se derrama por último en la piedra.

 

En esta obra es de interés el tránsito de un contenido que en el primer caso para la jarra aparenta suficiencia, pero se vacía. En el segundo caso, es demasiado y también se vacía. Y en el último caso, la piedra es directamente incapaz de contener algo y simplemente recibe lo incontenible. (Guardemos el apunte).

 

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FIESTA CON LA EDAD DE SIEMPRE es un compendio y reescritura de los libros de Julio César Galán, que dicho sea de paso, no es el único autor de su vida, sino que, a pesar de lo acelerado que está el mundo, saca tiempo para ser otro y acude a la heteronimia, como Jimena Alba, que según nos dice en una entrevista, es alguien que vivió basto tiempo en Bolivia.

 

Deja de lado esa otra autoría, y se aboca a lo publicado bajo la autoría de Julio César Galán. Sin embargo, este dato es importante a la hora de enteder el “yo” escritural, transmigrante, que es de manera múltiple invitado a la “fiesta” aludida en el título.

 

Es un yo de distintas edades y roles.

 

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Una de las palabras con mayor protagonismo en el libro es “Ausencia”. Al igual que en el caso de la jarra y la tutuma, hay un permanente viaje de la sustancia-vida a través del yo poético, que no alcanza a ser un recipiente, porque cómo él mismo nos dice, es un “envés”, el “yo” que nos habla, no es capaz de contener el yo existencial, se le va por todas partes, no le es suficiente aunque sea cabal, tampoco alcanza al desborde. El yo (y la realidad) es un tránsito por el vacío, por la “ausencia”, que termina siendo el valor general de las cosas.

 

El yo no plural, es un traje que espera un cuerpo, ve la vida al revés, no entorno al yo humano, sino la cosa que no puede acomodarse a la humanidad, ni siquiera en el lenguaje. Los poemas son el juego de vaciar continuamente al hombre envase, al alma envase; para tener y preservar la identidad migrante del río de Heráclito.

 

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En quechua y en aymara, para la conjugación de los verbos, existen dos manifestaciones del plural de la primera persona. Una excluyente y una incluyente. Vale decir, dos maneras de decir “nosotros”. Un “nosotros sin ustedes” y un “nosotros todos juntos”.

 

Vale decir que existe la posibilidad de un pensamiento reflexivo sobre la operatividad del lenguaje en su forma semántica gramatical, más allá de la lógica de nuestro idioma castellano. De igual modo Julio César Galán, serrucha el piso de toda la tradición de pensamiento occidental, y nos da una propuesta de desaparición de la primera persona singular, de nuestro idioma: el yo.

 

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Como el yo ya no importa (en FIESTA CON LA EDAD DE SIEMPRE), el poema es en sí mismo un ente migratorio en construcción; donde el poeta puede terminar siendo, el autor, el corrector, el lector, el editor, el apuntador, coautor, y otros, sobre el mismo poema. Y en esa superposición.

Al ser una negación del yo; y sin prescindir de él de forma gramática, apunta a eso: prescindir de la primera persona, aunque esté permanentemente, parece ser el siguiente paso de un lenguaje real, debido a la característica endeble del yo. Entonces queda separado de todos ellos, el lector puro, el ajeno, en la convección de una escritura desde el principio transitoria. O sea que no es el poema, sino que pasa por el poema.

 

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El poeta, beniano, boliviano, Nicómedes Suárez, tuvo un postulado llamado Manifiesto Amnesis. Lo central de este post vanguardismo es decirnos que la vida, de recordar todas y cada una de las cosas que hemos vivido sería insoportable (va en contra ruta de Funes el Memorioso, de Borges, que admira y ha tenido la fortuna de conocer). En tal sentido, lo que tenemos en la realidad, es un conjunto de ruinas y escombros, de lo que fueron las cosas. Con ese material, se hace la poesía. Aunque seguramente, Julio César Galán no conoce este manifiesto, parece partidario de él. Barre de nuevo la ceniza, acomoda nuevamente los leños, cambia de lugar tejas y ladrillos viejos: reescribe, saca del olvido, los negativos de las imágenes que va a usar. En su caso quizá no sea olvido sino ausencia. Los escombros del yo.

 

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Es un libro rico en conceptos y recursos novedosos. Sugiere una superposición serigráfica de esténcil, fragmentos o plantillas de los textos como complementos de sí para completar el espectro. La idea de fragmento o proceso es la separación prísmica, para resaltar lo uno en ausencia de lo otro.

Estas capas o velos nos recuerdan ciertamente a iluminaciones de Rimbaud. Episodios bucólicos entre oníricos y delirantes.

Nos deja ver también la transmigración de estilo y búsqueda a través de los distintos libros que contienen el volumen FIESTA CON LA EDAD DE SIEMPRE, allí los invitados, son espectros y relieves, donde el fantasma sigue siendo el “uno”, “yo”, Godot el ausente.

 

SERGIO GARECA

JULIO 2025


 

 

Coincidencias naturales

 

En la raya de ser uno y muchos objetos, seres… al mismo tiempo, en distintos espacios distanciados, la abubilla y el hombre niegan sus paradojas. Es el deseo de escapar de ella y de nuestro perfil acostumbrado, el que nos vuelve espejos de nuestras mutaciones: revivir otras vidas de galán griego o cresta del mar, de mendigo de estrellas o milicia divina…

 

Pero no se hace por vivir el juego

de los contrarios,

sino para ser fieles

a todo cuanto

se inventa de nosotros;

para durar sencillos en un sí

de desapego y máscara,

como si no tuviéramos

 

definida la frontera,

como si solo fuéramos

más allá de la carne por ser carne.

 

Miro cómo se abre su horizonte de alas, ¿Estás lejos de ti?: ¡cómo llega el aprendizaje de la distancia! Ondula y desenlaza, vuela y vengo. Y abre los brazos y también recuerdo los contornos borrados, la soledad a solas, el tumulto de ser[1] muchos de todas las maneras. 



[1] Estos últimos versos remiten a la carta del 9 de abril de 2003: “Tras el insomnio los márgenes dejaron de acentuar las formas de los objetos y de los seres. ¿Hemos comenzado todas las vidas que queríamos habitar?

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